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Mostrando las entradas de mayo, 2024

Trimind, capitulo 6.

La luz de la pantalla del celular iluminaba apenas el rostro concentrado de Joseph mientras estudiaba ingeniería. Por suerte, aquel dispositivo era uno de esos innovadores productos de Industrias Ramson, cuya batería duraba dos años sin necesidad de recarga. Era un pequeño respiro en medio de la oscuridad del sótano. Sin embargo, algo llamó la atención de Joseph mientras estudiaba. Wester, el cerebro derecho, estaba dormido. La preocupación se reflejó en el rostro de Joseph cuando se volvió hacia West, el cerebro izquierdo. "¿Por qué Wester está dormido?" preguntó Joseph, su voz cargada de incertidumbre. West levantó la mirada del libro que estaba leyendo y frunció el ceño ligeramente. "Deduzco que nuestros cerebros se están alternando automáticamente para descansar. Es una función de supervivencia incorporada en nuestro sistema." La explicación de West hizo que Joseph reflexionara. "¿Entonces significa que no volverán a estar despiertos simultáneamente?"

Trimind, capitulo 5.

Joseph se encontraba de nuevo en el sótano. Había regresado, impulsado por un temor subconsciente hacia su madre, una fuerza que lo arrastraba de vuelta a la oscuridad familiar. Aunque West le había recomendado abandonarlo, insistiendo en que ahora tenían una mejor fuente de comida y agua, Joseph no pudo resistir el tirón del miedo y la costumbre. El sótano estaba como siempre: oscuro, húmedo y opresivo. El aire viciado y el olor a moho envolvían a Joseph, mientras sus pies descalzos tocaban el suelo frío y áspero. El constante goteo de la tubería rota resonaba en el espacio, un ritmo persistente que le recordaba su encarcelamiento. Solo hallaban Joseph y wester, este último había descubierto que podían intercalar periodos de sueño, evitando quedarse indefensos. Horas después: La luz de la mañana se filtraba débilmente a través de la bodega del drenaje, proyectando rayos dorados que iluminaban el polvo suspendido en el aire.  Sus dedos pasaban las páginas envejecidas con cuidado, sinti

Trimind, capitulo 4.

 Joseph seguía caminando por el drenaje, sus pasos resonando en el estrecho corredor. El aire estaba impregnado de humedad y el hedor de aguas estancadas lo envolvía, haciéndole arrugar la nariz. A medida que avanzaba, una luz diferente se asomaba a lo lejos, una tenue claridad que contrastaba con la penumbra del lugar. Intrigado, Joseph aceleró el paso, el sonido de sus zapatos chapoteando en el agua sucia. Cada paso que daba enviaba pequeñas ondas a través de los charcos oscuros, haciendo eco en las paredes de concreto. El goteo constante del agua que caía desde algún punto indeterminado del techo creaba un ritmo persistente que llenaba el ambiente. Finalmente, llegó a una nueva sección del drenaje, donde una rejilla se encontraba a muy pocos metros sobre él. Desde aquella rejilla caía un delgado chorro de agua, que salpicaba el suelo y le mojaba ligeramente el rostro. La luz de sol que se filtraba a través de la rejilla proyectaba sombras que se movían como figuras fantasmales en la

Trimind, capitulo 3.

 Joseph siguió caminando, Al encontrar una ramificación del corredor, se adentró en un pasaje más estrecho, su camino iluminado solo por la tenue luz de la bombilla parpadeante. La oscuridad envolvía el espacio, y Joseph podía sentir el frío del concreto a través de sus zapatos empapados. El goteo distante de agua se hacía más fuerte, creando un ritmo constante que acompañaba su respiración acelerada. A medida que avanzaba, el pasaje se volvía más angosto, forzándolo a moverse con cuidado para evitar rozar las paredes húmedas y cubiertas de musgo. De repente, una corriente de aire fresco lo golpeó, clara y revitalizante, una señal prometedora en medio del ambiente opresivo. "Joseph, sigue esa brisa," indicó West, su tono calculado y lógico. Joseph avanzó con renovada esperanza, sus sentidos agudizados por la promesa de aire fresco. A medida que se acercaba, la luz tenue se hacía más visible, filtrándose a través de una rejilla en la parte superior del espacio angosto. La reji

Trimind, capitulo 2.

 Joseph apenas había asimilado la presencia del duplicado cuando, de la nada, apareció otro sujeto idéntico a él. Joseph retrocedió, su mente luchando por comprender lo que veía. Ahora había dos duplicados, cada uno con la misma apariencia.  "¿Quién eres tú?" preguntó Joseph, su voz temblorosa y cargada de incertidumbre. El segundo duplicado dio un paso al frente, su expresión calmada y serena. "Soy otro tú, Joseph. Al igual que él," dijo, señalando al primer duplicado. "Nosotros representamos tus protuberancias," continuó el primer duplicado. "Esas protuberancias son, en realidad, cerebros adicionales." Joseph parpadeó, incrédulo. "¿Cerebros? Pero... ¿cómo es posible?" "Somos la manifestación de esos cerebros," explicó el segundo duplicado. "Yo soy tu cerebro izquierdo." "Y yo, tu cerebro derecho," añadió el primero. "¿Por qué no aparecieron antes?" preguntó Joseph finalmente, su voz llena de con

Trimind, capitulo 1.

 En el rincón más oscuro y húmedo del sótano, Joseph, un niño de ocho años, se acurrucaba temblando de miedo. Sus pequeños brazos rodeaban sus piernas mientras trataba de encontrar consuelo en su propio abrazo. La tenue luz que se filtraba a través de las rendijas de la puerta apenas iluminaba su rostro pálido y sus grandes ojos oscuros llenos de terror. Joseph tenía el cabello castaño despeinado, manchado de polvo y telarañas. Sus mejillas estaban húmedas de lágrimas y enrojecidas por el llanto. Pero lo que más llamaba la atención eran las dos protuberancias de color rojo intenso que sobresalían de sus orejas. Eran grandes, del tamaño de una naranja, pero su brillante color contrastaba fuertemente con la palidez de su piel, dándoles un aspecto casi sobrenatural. El sótano era un lugar sombrío y frío, con paredes de concreto sin pintar y el suelo cubierto de polvo y fragmentos de madera. Un olor a humedad y moho impregnaba el aire, haciéndolo difícil de respirar. De vez en cuando, el g

El reciclador, capitulo 9.

 Thomas, su padre, el "Mayor" y el secretario se encontraban sentados en un sofá desgastado en el despacho del abogado. Era un espacio modesto, con una televisión vieja montada en la pared que emitía noticias locales en un volumen bajo. Las imágenes parpadeantes y las voces monótonas proporcionaban un telón de fondo casi surrealista para la tensión que sentían los hombres. El abogado, un hombre de mediana edad con cabello negro bien peinado y gafas de montura delgada, estaba sentado detrás de su escritorio. Vestía un traje oscuro de baja calidad que contrastaba fuertemente con la apariencia desaliñada de sus clientes. A pesar de su evidente falta de interés inicial, el abogado había cambiado de actitud al ver el dinero. Con una sonrisa forzada, se dirigió a ellos. —Les voy a traer un café para que se sientan más cómodos mientras hablamos de los detalles. Mi secretaria se encargará de ello —dijo, pulsando un botón en su intercomunicador—. Lucy, tráenos cuatro cafés, por favor.

El reciclador, capitulo 8.

 Inspirada en la vida de Brandon Gandarilla. Thomas se hallaba mostrándole el pequeño pero ya terminado bote al "Mayor", quien lo miraba impresionado una vez más por el ingenio de Thomas. La brisa marina soplaba suavemente, trayendo consigo el aroma salino del océano y el susurro de las olas rompiendo suavemente contra la orilla. La madera del bote, cuidadosamente ensamblada y pulida, brillaba bajo la luz del sol, reflejando los tonos dorados y azules del cielo y el mar. El bote era una obra maestra de ingenio y reciclaje. Los tablones de madera, recuperados de estructuras abandonadas, habían sido lijados y unidos con una precisión casi artesanal. Las junturas estaban reforzadas con metal oxidado, que Thomas había tratado y pintado para evitar la corrosión. El motor eléctrico, instalado en la popa, zumbaba suavemente mientras Thomas lo encendía para mostrar su funcionamiento. Las baterías, alimentadas por un pequeño generador eólico que se erguía como un mástil improvisado en

El reciclador, capitulo 7.

Inspirada en la vida de Brandon Gandarilla. El día tan esperado llegó con la primera luz del amanecer. El leve chirrido y crujido de los huevos al eclosionar se escuchó. Thomas Se apresuró a la incubadora y observó con asombro cómo las cáscaras se rompían y pequeños picos asomaban tímidamente. Las diminutas aves, empapadas y frágiles, emergían una a una, sacudiendo sus plumones mojados. La habitación se llenó de una suave algarabía de piídos y aleteos. El aire estaba cargado de una mezcla de olores: la frescura de la mañana, el tenue aroma de las cáscaras rotas y el suave olor terroso del material del nido. Thomas, con manos temblorosas pero hábiles, ayudó a las aves a salir de las cáscaras, asegurándose de que cada una estuviera sana y segura. Ciento sesenta aves nacieron esa mañana. La comunidad entera se movilizó para recibir a los nuevos miembros. Una habitación especial, anteriormente destinada al almacenamiento, fue transformada en un refugio cálido y seguro. Las paredes de metal

El reciclador, capitulo 6.

 Inspirada en la vida de Brandon Gandarilla. El crepúsculo bañaba el modesto patio trasero de la casa de Thomas con tonos dorados y naranjas, tiñendo el aire con una suave calidez que contrastaba con la frescura de la brisa marina. El "Mayor" y Thomas se encontraban de pie frente a la incubadora casera, sus siluetas recortadas contra la luz tenue que emanaba del interior de la vivienda. El "Mayor", con su figura encorvada, observaba la estructura con un brillo de curiosidad en sus ojos. La incubadora, hecha con materiales reciclados y cuidadosamente ensamblada por Thomas, irradiaba un aura de ingenio y determinación. El zumbido suave del termostato resonaba en el aire, creando una melodía constante que se mezclaba con el suave murmullo del viento entre los árboles cercanos. Thomas, con una expresión de orgullo en su rostro, abrió la puerta de la incubadora con cuidado, revelando el interior iluminado por una luz tenue. Una bandeja de huevos reposaba en el centro, ca

El reciclador, capitulo 5.

 Inspirada en la vida de Brandon Gandarilla. El sol ascendía majestuoso en el horizonte, iluminando la isla basura con su cálido resplandor dorado. Había pasado un año desde que Thomas y los habitantes de la comunidad habían plantado las semillas de esperanza en la tierra fértil de su pequeño oasis. Ahora, el momento había llegado: era tiempo de cosecha. Los habitantes se levantaron temprano, ansiosos por ver los frutos de su arduo trabajo. Con cestas en mano y corazones rebosantes de emoción, se dirigieron hacia el lugar donde las 5000 macetas aguardaban pacientemente su turno para ser recolectadas. A medida que se acercaban al pequeño matorral que escondía su tesoro, el aroma fresco de la vegetación en flor llenaba el aire, mezclado con el dulce perfume de las frutas maduras. El suelo crujía suavemente bajo sus pies, una sinfonía de hojas secas y tierra húmeda que anunciaba la llegada de la cosecha. Al llegar al lugar, los habitantes se detuvieron un momento para admirar el espectácu

El reciclador, capitulo 4.

 Inspirado en la vida de Brandon Gandarilla. Finalmente comenzaba la primera asamblea en la historia de la isla basura. La pequeña plaza, que normalmente servía como mercado improvisado, ahora estaba llena de hombres y mujeres con rostros curtidos por el sol y la adversidad. Las caras de los pepenadores mostraban una mezcla de esperanza y escepticismo, susurrando entre ellos mientras se acomodaban en los bancos hechos de tarimas recicladas. El aire estaba cargado de salitre y el leve olor acre de los desechos en descomposición, pero también de algo nuevo: una chispa de esperanza. El "Mayor", un hombre de edad avanzada con el cabello blanco y manos temblorosas, se levantó de su asiento y golpeó suavemente el suelo con su bastón para llamar la atención de todos. Su voz, aunque debilitada por los años, resonaba con autoridad. "Todos sabemos que los precios exorbitantes de Simons nos están llevando a la ruina", comenzó, su mirada recorriendo la multitud. "El azúcar

El reciclador, capitulo 3.

Inspirado en la vida de Brandon Gandarilla.  El mercado improvisado en la isla basura bullía de actividad mientras los pepenadores llevaban sus mercancías hacia el barco de George Simons. El sol del mediodía ardía implacablemente sobre el paisaje desolado, envolviendo a los habitantes en una capa de calor abrasador.  Los pepenadores, con sus bolsas llenas de chatarra y objetos recogidos entre la basura, se abrían paso entre la multitud con determinación. Sus rostros estaban marcados por la fatiga y la esperanza mientras se acercaban al marinero inglés. George Simons supervisaba las transacciones con un aire de indiferencia. Su voz resonaba sobre el bullicio del mercado mientras negociaba los precios con los pepenadores, cuyas expresiones iban desde la resignación hasta la desesperación. La decepción se palpaba en el aire cuando los pepenadores descubrían los exorbitantes precios que George les cobraba por los alimentos básicos.  El peso del desencanto se reflejaba en los rostros de los

El reciclador, capitulo 2.

 Inspirado en la vida de Brandon Gandarilla.  Thomas, ya con diez años, se encontraba sentado junto a su madre en la humilde mesa de la cocina. El calor del mediodía filtraba a través de las rendijas de la casa, envolviéndolos en una sensación de sopor. El ambiente estaba impregnado con el aroma del mar cercano, mezclado con el olor acre de los desechos en descomposición que rodeaban su hogar. La madre, con una expresión cansada pero amorosa, colocaba con delicadeza algunos trozos de pescado sobre los platos desgastados. Su rostro reflejaba la preocupación constante por la difícil situación en la que vivían.  "Me gustaria tener plantas" la madre con un dejo de tristeza en su voz. "Extraño ver algo verde a mi alrededor". Thomas levantó la mirada de su plato y contempló a su madre con atención. Sus ojos brillaban con una chispa de determinación mientras consideraba la idea. "He estado leyendo algunos libros sobre agricultura", respondió con entusiasmo. "

El reciclador, capitulo 1.

Inspirado en la vida de Brandon Gandarilla. En medio del vasto océano, donde las olas azotan las costas con ferocidad y el viento susurra secretos ancestrales, se encuentra un lugar olvidado por el tiempo y la humanidad: la isla basura. Hace décadas, se acordó  ceder este remoto islote a Estados Unidos como un lugar de disposición de desechos. La isla, una vez deshabitada y prístina, se convirtió en un vertedero a cielo abierto, un santuario para la basura que la civilización moderna producía en cantidades abrumadoras. A medida que los barcos cargados de desperdicios llegaban a la isla basura, el paisaje idílico se transformaba en un panorama desolador de montañas de desechos y residuos tóxicos. La tierra, antes fértil y virgen, se veía ahora sofocada por plásticos, metales oxidados y sustancias químicas nocivas. En el presente: En el interior de una casa que denotaba gran pobreza, dos figuras yacían sobre un viejo colchón desgastado. La madre, con el rostro marcado por la fatiga y el

El gran ingeniero, capitulo 24.

 El sol del altiplano andino iluminaba el lago Titicaca con una intensidad deslumbrante, creando destellos plateados que danzaban sobre la superficie del agua. Victor se encontraba en una balsa rudimentaria, rodeado por la inmensidad azul del lago, con los lentes de buceo ajustados firmemente a su rostro. La brisa fresca acariciaba su piel, trayendo consigo el aroma fresco y limpio de las montañas que rodeaban el lago, mientras las suaves olas mecían suavemente la balsa, creando un murmullo reconfortante que llenaba el aire. Con un salto audaz, Victor se lanzó al agua, sintiendo la frescura envolvente del líquido abrazar su cuerpo. Se sumergió lentamente, dejando que la presión del agua lo envolviera gradualmente, hasta que se encontró flotando en la oscuridad silenciosa de las profundidades. El sonido del agua resonaba en sus oídos, amortiguando el mundo exterior y sumergiéndolo en un estado de tranquilidad serena. A medida que descendía más y más profundo, el mundo a su alrededor se

El gran ingeniero, capitulo 23.

 Victor se encontraba sentado en el suelo de su nuevo palacio, rodeado de tablas con inscripciones de antiguas leyendas tincas. A la luz de una lámpara de aceite, examinaba detenidamente cada línea y cada palabra. Con un gesto concentrado, Victor trazaba líneas en un pergamino extendido sobre la mesa de madera desgastada. Cada trazo era cuidadosamente calculado, cada curva y ángulo delineaba la forma de un lago en las alturas, el lugar donde según la leyenda, la bestia durmiente acechaba en las noches de luna llena. Con cada trazo en el pergamino, Victor se sentía más cerca de desentrañar el misterio que envolvía a los aparatos de las tribus. Cada línea trazada con su pluma era como un paso adelante hacia el conocimiento prohibido que yacía en lo más profundo de la selva. Finalmente, cuando el plano estuvo completo y cada detalle había sido meticulosamente registrado, Victor se recostó en su silla con un suspiro de satisfacción. La obra de sus manos representaba no solo un mapa físico