Trimind, capitulo 6.

La luz de la pantalla del celular iluminaba apenas el rostro concentrado de Joseph mientras estudiaba ingeniería. Por suerte, aquel dispositivo era uno de esos innovadores productos de Industrias Ramson, cuya batería duraba dos años sin necesidad de recarga. Era un pequeño respiro en medio de la oscuridad del sótano.


Sin embargo, algo llamó la atención de Joseph mientras estudiaba. Wester, el cerebro derecho, estaba dormido. La preocupación se reflejó en el rostro de Joseph cuando se volvió hacia West, el cerebro izquierdo.


"¿Por qué Wester está dormido?" preguntó Joseph, su voz cargada de incertidumbre.


West levantó la mirada del libro que estaba leyendo y frunció el ceño ligeramente. "Deduzco que nuestros cerebros se están alternando automáticamente para descansar. Es una función de supervivencia incorporada en nuestro sistema."


La explicación de West hizo que Joseph reflexionara. "¿Entonces significa que no volverán a estar despiertos simultáneamente?"


"Probablemente no," confirmó West. "Sin embargo, en situaciones de riesgo o peligro, es probable que volvamos a estar despiertos al mismo tiempo para enfrentar la amenaza juntos."


Con esa nueva información en mente, Joseph ajustó su rutina de estudio. Aprovechando al máximo las horas de alternamiento que podían hacer los cerebros para devorar libros PDF.


Los sonidos del sótano se desvanecieron mientras Joseph se sumergía en su estudio. El constante goteo de la tubería rota se convirtió en un murmullo de fondo, casi imperceptible mientras se enfocaba en los conceptos complejos que llenaban sus libros electrónicos. El aroma rancio del moho y la humedad se desvaneció a medida que su mente se sumergía en los problemas y soluciones que enfrentaba como estudiante de ingeniería.


Día tras día, Joseph dedicaba cada momento de vigilia al estudio, aprovechando al máximo la energía que su propio cuerpo le proporcionaba. 144 horas de estudio por cada día de descanso se convirtieron en su norma, su determinación alimentada por la certeza de que cada minuto dedicado al aprendizaje lo acercaba un paso más hacia su objetivo.


Sin embargo, un día, mientras estaba absorto en su estudio, el celular dejó de navegar. La pantalla se oscureció repentinamente, y una sensación de desesperación se apoderó de Joseph. Sabía lo que significaba: el plan de internet del celular se había agotado.


Joseph miró fijamente la pantalla oscura, sintiendo un nudo en el estómago. Durante un momento, todo pareció detenerse mientras procesaba la realidad de la situación. Sin internet, su acceso al conocimiento se había cortado abruptamente, dejándolo en la oscuridad una vez más.


Con el plan de internet del celular agotado, Joseph se vio obligado a cambiar su enfoque de estudio. Ahora, en lugar de depender de la información en línea, se sumergió en la práctica. Se encontraba en la bodega, rodeado por las sombras que danzaban en las paredes, mientras manipulaba cables eléctricos en un enchufe.


El zumbido sordo de la electricidad llenaba el aire, creando una sensación palpable de energía estática que hacía que los cabellos en la nuca de Joseph se erizaran. Cada movimiento que hacía era cuidadoso y preciso, consciente del peligro que representaba el cableado eléctrico.


El olor acre a metal y plástico quemado impregnaba el aire mientras Joseph trabajaba. Era el aroma característico de la electricidad en acción, un recordatorio constante del potencial peligro que enfrentaba. Sin embargo, Joseph no permitió que el temor lo paralizara; en cambio, lo utilizó como un impulso para mantenerse alerta y concentrado en la tarea que tenía entre manos.


El tacto áspero y frío de los cables eléctricos se sentía bajo los dedos de Joseph mientras los manipulaba con cuidado. Cada filamento conductor parecía vibrar con vida propia, transmitiendo una corriente de energía que Joseph podía sentir incluso a través de sus guantes protectores. La electricidad parecía pulsar en sus venas, un recordatorio constante de la fuerza que estaba controlando.


Los sonidos metálicos de los alicates y destornilladores resonaban en la bodega, mezclándose con el zumbido eléctrico en una sinfonía de trabajo diligente. Cada clic y chirrido de las herramientas era una melodía familiar para Joseph, quien había pasado incontables horas aprendiendo los intrincados detalles de la electricidad.


A medida que continuaba su trabajo, Joseph podía sentir el sudor perlado en su frente, una consecuencia del intenso enfoque y la concentración que requería su tarea. A pesar del frío que emanaba de las paredes de concreto de la bodega, el esfuerzo físico de Joseph generaba un calor interno que lo envolvía, creando un equilibrio entre el entorno frío y la actividad intensa.


El tiempo parecía detenerse mientras Joseph se sumergía en su labor, completamente absorto en la tarea a mano. El mundo exterior se desvanecía, dejándolo solo con el zumbido constante de la electricidad y el suave murmullo de su propia respiración.


Finalmente, con un último ajuste, Joseph terminó de manipular los cables eléctricos en el enchufe. Un destello momentáneo de luz brilló en la bodega, seguido por un zumbido suave que indicaba que la corriente eléctrica fluía sin problemas.



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