El hijo prodigo y el angel de la muerte, capitulo 3.
William y Ángel se hallaban en el interior de un enorme túnel, cuyas paredes de roca rugosa reflejaban la luz de las antorchas que colgaban de manera intermitente. El aire era frío y denso, impregnado con un olor metálico y terroso. Mientras avanzaban, William no pudo evitar notar la cantidad de insectos muertos esparcidos por el suelo. Algunos eran pequeños y frágiles, mientras que otros eran criaturas más grandes con caparazones gruesos y extremidades afiladas. La visión era perturbadora, y un mal presentimiento se instaló en su mente. "¿Por qué hay tantos insectos muertos aquí?", preguntó William, su voz reflejando la inquietud que sentía. "¿Puede haber algún elemento tóxico?" Ángel, sin dejar de caminar, respondió con una calma inquietante: "Ese elemento tóxico es el filo de mi espada." William lo miró con incredulidad. "¿A qué te refieres?" "Yo los maté," dijo Ángel sin vacilar, su voz carente de cualquier rastro de emoción. Will