El enterrador, capitulo 5.

 Hack se despertó temprano esa mañana, el aroma del desayuno que solía preparar ya no estaba presente en el aire. Con un bostezo, se levantó de su litera, estirando los brazos por encima de su cabeza para aliviar la tensión en sus músculos. Al salir de su habitación, el aire fresco y ligeramente metálico de la nave le recibió, junto con el suave zumbido de los motores en el fondo. A medida que se acercaba a la sala, notó un sonido inusual, como un leve crujido, acompañado de movimientos diminutos y constantes.


Al entrar a la sala, se detuvo en seco. Ante él se encontraba un espectáculo inesperado: cientos de pequeñísimas criaturas, del tamaño de un frijol, cubrían el suelo de la sala. Sus cuerpos brillaban con un leve tono verde bajo la luz artificial de la nave, moviéndose con un ritmo pulsante y coordinado. Hack sintió un escalofrío recorrer su espalda, el ruido de sus pequeños cuerpos rozando entre sí creaba un sonido casi hipnótico y perturbador al mismo tiempo.


Sin poder contenerse, Hack dejó escapar un grito de sorpresa y pánico. "¡Yosarian! ¡Nos invaden!"


Desde su habitación, Yosarian escuchó los gritos y se apresuró a llegar a la sala. En un movimiento fluido, agarró una de sus armas de alto calibre que descansaba cerca de la puerta. Sus pasos resonaban con firmeza en el suelo metálico de la nave, y cuando llegó a la sala, levantó el arma, preparado para enfrentar cualquier amenaza. Pero lo que vio lo dejó desconcertado.


Allí, en el suelo, estaban las criaturas diminutas, saltando y moviéndose sin aparente agresividad. Yosarian bajó el arma lentamente, su mente calculando la situación. Sin decir una palabra, se giró y salió de la sala. Hack, aún atónito, observó cómo Yosarian regresaba pocos minutos después, llevando un recipiente grande y una manguera conectada a una fuente de agua de la nave.


Yosarian colocó el recipiente en el suelo, abrió el grifo de la manguera y dejó que el agua fluyera hacia el interior del recipiente. El suave sonido del agua llenando el recipiente resonó en la sala, añadiendo una nueva dimensión al ambiente ya peculiar. De repente, las criaturas empezaron a saltar con más entusiasmo, atraídas por el sonido y el olor del agua fresca. Una a una, comenzaron a dirigirse hacia el recipiente, sus pequeños cuerpos brillantes reflejando la luz mientras saltaban.


Hack observaba con fascinación mientras las criaturas se amontonaban dentro del recipiente, el sonido de sus movimientos sincronizados ahora era más claro y constante. Podía oír el suave chapoteo del agua mientras las criaturas se sumergían en ella, aparentemente contentas.

Hack, aún sorprendido por la repentina aparición de las criaturas, se volvió hacia Yosarian, con una mezcla de incredulidad y curiosidad en su rostro. "¿Te ha pasado esto antes?" preguntó, tratando de comprender la situación.


Yosarian, con su característico semblante sereno, asintió lentamente. "Sí, ha ocurrido antes."


Intrigado, Hack insistió. "¿Qué son esas criaturas?"


Yosarian se tomó un momento antes de responder, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras. "Son los hijos de Mollo."


Hack frunció el ceño, perplejo. "Pero no hay machos cerca," señaló, tratando de encontrar una explicación lógica.


Yosarian se encogió de hombros con una leve sonrisa. "Es probable que Mollo sea asexual o que se reproduzca en el plazo que se queda en el planeta X."


"¿De qué planeta X hablas?" preguntó Hack, su curiosidad cada vez mayor.


Yosarian suspiró, recordando. "Es donde encontré a Mollo. Dejo a sus hijos en ese lugar"

"¿Cuánto tiempo duras ahí?" preguntó Hack, deseando entender más sobre el proceso.


"Una semana," respondió Yosarian sin vacilar.


La pregunta que Hack estaba evitando finalmente salió a la luz. "¿Por qué no te deshaces del sapo?"


Yosarian lo miró directamente a los ojos, su expresión suave pero firme. "Por la misma razón por la que no me deshago de ti."


Hack frunció el ceño, todavía procesando toda la información. "Nunca vi a Mollo poner huevos," comentó, su tono un poco más suave.


Yosarian se inclinó ligeramente hacia adelante, como si estuviera compartiendo un secreto. "Los huevos llegan a la espalda de Mollo. Se alojan en alguns protuberancias que sobresalen de él."


Hack: ¿Cómo es eso?" preguntó, intrigado y asqueado a la vez.


"El proceso es rápido," explicó Yosarian. "Las criaturas salen de ahí, de su espalda, dejando un visible líquido viscoso. Es desagradable."

Yosarian observó a Hack por un momento, luego volvió su atención a las criaturas. "Tenemos que llevarlas de vuelta al planeta X," dijo con firmeza.


Hack asintió, entendiendo la seriedad de la situación. "¿Cuándo partimos?" preguntó, ya resignado a la extraña aventura que les esperaba.


"Pronto," respondió Yosarian. "No podemos mantenerlas aquí por mucho tiempo."

Dos semanas después, la nave de Yosarian y Hack descendió suavemente a través de la atmósfera de un planeta exuberante. Al mirar por la ventana, Hack observó una cordillera de montañas que se alzaban majestuosas, formando una enorme X en el horizonte. Ahora entendía por qué Yosarian lo llamaba el planeta X. 


El aroma fresco y limpio del aire planetario llenaba la nave cuando la escotilla se abrió, una bienvenida contrastante con el ambiente reciclado de la nave. Afuera, el paisaje era un vibrante despliegue de flora.

"Finalmente estamos aquí," murmuró Hack, sus ojos brillando de emoción y alivio.


Los sapos, que habían crecido enormemente durante el viaje, apenas cabían en el recipiente que Yosarian había preparado. Ahora eran cuatro veces más grandes que cuando los habían recogido. Sus cuerpos, una mezcla de tonos verdosos y pardos, se agitaban inquietos, y sus croares resonaban en el interior de la nave, un coro de sonidos húmedos y profundos.


"Es hora de liberarlos," dijo Yosarian, dirigiéndose hacia la salida con el recipiente en sus manos.


El sol planetario brillaba con intensidad, bañando todo el valle en una cálida luz dorada. A medida que se acercaban a un lago cristalino, el aire se llenaba del sonido de aves exóticas y el murmullo tranquilo del agua. El aroma de flores desconocidas impregnaba el ambiente, mezclándose con el olor a tierra húmeda y vegetación.


Yosarian se detuvo al borde del lago, un espejo líquido que reflejaba el cielo azul y las montañas circundantes. Con cuidado, comenzó a inclinar el recipiente, permitiendo que los sapos salieran lentamente. 


Hack observó fascinado mientras las criaturas, ahora del tamaño de un puño, saltaban al agua con un entusiasmo palpable. Sus cuerpos se movían con gracia en el agua, las ondas de su entrada dispersándose en el lago tranquilo. El sonido de los chapoteos llenaba el aire, cada sapo encontrando rápidamente su lugar en este nuevo hogar.

Hack respiró profundamente, el aire puro y fresco llenando sus pulmones. Se sentía en paz, observando cómo las criaturas se asentaban en su nuevo hogar. Los colores vibrantes de la vegetación, el sonido relajante del agua y el cielo despejado contribuían a una sensación de tranquilidad que raramente había experimentado.


"Es un lugar hermoso," comentó Hack, su voz baja y reverente.


Yosarian asintió, una leve sonrisa en su rostro. "Sí, lo es." 

Yosarian sacó una pequeña cápsula de su bolsillo. Con un gesto fluido, la lanzó al suelo, y de ella emergió una enorme cabaña de madera.

A medida que caía la noche, el bosque cobraba vida con nuevos sonidos. Los sapos, ahora libres en el lago cercano, comenzaron a croar en la distancia. Sus llamadas resonaban en el aire nocturno, creando una sinfonía natural de sonidos guturales y profundos.


Hack frunció el ceño, escuchando atentamente los sonidos de los sapos. "¿Qué hacen esos sonidos?" preguntó, su curiosidad palpable en su voz.


Yosarian inclinó la cabeza, escuchando también. "Probablemente sea el apareamiento"

Al día siguiente:

La luz del sol se filtraba a través de las hojas, creando un patrón de sombras danzantes en el suelo del bosque. Hack estaba afuera, limpiando la parte exterior de la nave, mientras que Yosarian se levantaba de su cama en el interior de la cabaña. Al salir, Yosarian frunció el ceño al ver a Hack ocupado con la tarea.


"¿Qué estás haciendo, Hack?" preguntó Yosarian, su tono de voz lleno de molestia.


Hack levantó la mirada, sorprendido por la reacción de su amigo. "Solo estoy limpiando la nave, ¿por qué?"


Yosarian se acercó, su expresión seria. "Los insectos se alejarán si los ahuyentas," explicó, su voz llena de preocupación. "Y Mollo se quedará sin su principal fuente de alimentos."


Hack frunció el ceño, considerando las palabras de Yosarian. "No te preocupes tanto," dijo, tratando de calmar a su compañero. "Puedo construir una granja de insectos con reproducción controlada. Además, los insectos salvajes se llenan de gases, lo que puede afectar la salud digestiva de Mollo."


Yosarian reflexionó sobre las palabras de Hack, su expresión suavizándose lentamente. "Supongo que tienes razón," admitió, aceptando la lógica de su amigo.

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