Entradas

Mostrando las entradas de agosto, 2024

El verdugo, capitulo 1.

 En un oscuro y húmedo sótano de Brooklyn, las paredes de ladrillo desnudo absorbían la poca luz que provenía de una solitaria bombilla colgante. La tenue luz amarillenta proyectaba sombras alargadas sobre las cajas de contrabando apiladas en las esquinas, donde el olor a humedad y a tabaco rancio impregnaba el aire. El jefe de la mafia, un hombre corpulento de cabello gris y piel curtida, estaba sentado detrás de una pesada mesa de madera. El cigarro en su mano izquierda humeaba, el espeso humo se enroscaba en el aire antes de desaparecer en la penumbra. El sonido de la brasa crepitando en el extremo del cigarro rompía el silencio de la habitación. Cada vez que el jefe inhalaba, el aroma amargo del tabaco llenaba el espacio, mezclándose con el aroma metálico de la sangre seca que manchaba el suelo de cemento. Frente a él, su empleado, un hombre delgado con un rostro marcado por cicatrices, se retorcía nerviosamente, jugando con el borde de su gorra. Tenía las manos sudorosas y sentía

El "mala suerte", capitulo 8.

 Peluchín y Fitzgerald navegaban cada vez más lejos de la aglomeración de barcos, el sonido de las olas chocando suavemente contra la balsa marcaba un ritmo constante, casi hipnótico. El crujido de la madera bajo sus pies se mezclaba con el chapoteo del agua, creando una sinfonía natural que parecía acompañarles en su travesía.  A medida que avanzaban, el horizonte comenzó a cambiar. El sol, que hasta ese momento había sido su única guía, se tornó menos brillante, como si una extraña sombra empezara a cubrirlo. Fitzgerald, con la mirada fija hacia adelante, notó cómo las aguas comenzaban a volverse más densas, su color cambiando de un azul cristalino a un gris oscuro, casi negro. Sentía una ligera vibración bajo sus pies, como si la balsa estuviera rozando algo invisible, una tensión en el agua que no había sentido antes. Peluchín, en su forma de pulpo, movía sus tentáculos con una agilidad inquietante, sus movimientos eran precisos y decididos, pero Fitzgerald notó un cambio en su com

El "mala suerte", capitulo 7.

 Fitzgerald avanzaba lentamente por el estrecho pasillo del camarote, el crujido de las maderas bajo sus pies resonaba en el silencio inquietante del lugar. La luz que se filtraba a través de las rendijas de las velas rasgadas apenas iluminaba los cuerpos momificados que yacían en grotescas posturas, testigos mudos de un pasado aterrador. El olor a sal y descomposición se mezclaba con un hedor metálico, haciendo el aire denso y pesado. En el rincón más alejado, Fitzgerald descubrió un pequeño escritorio cubierto de polvo y restos de madera podrida. Sobre él, un cuaderno de cuero se destacaba entre la penumbra. Con un movimiento cuidadoso, Fitzgerald se inclinó y lo levantó, notando el peso de la bitácora y la frialdad del cuero al tacto. Al abrirla, el crujido del cuero y el papel era casi un susurro en el silencio, mientras las páginas revelaban una escritura en inglés, apenas visible en la tenue luz. Las primeras páginas contenían garabatos apresurados, pero pronto encontró una entra

El "mala suerte", capitulo 6.

 Fitzgerald se hallaba en las profundidades del océano, avanzando a toda velocidad mientras las criaturas lo perseguían con una tenacidad implacable. Sus cuerpos alargados, del tamaño de anacondas, se movían con una fluidez inquietante, deslizándose a través del agua con una velocidad que desafiaba la naturaleza. No tenían ojos visibles, pero Fitzgerald sentía su presencia, notaba la tensión en el agua, como si la misma corriente le advirtiera del peligro inminente. Cada brazada lo llevaba más lejos, pero las criaturas no cedían. Su piel oscura y escamosa parecía absorber la luz escasa que penetraba desde la superficie, dejando tras de sí una estela de sombras. Las membranas entre los dedos de Fitzgerald cortaban el agua con una precisión desesperada, impulsándolo hacia adelante, pero sabía que no podía mantener ese ritmo mucho más tiempo. El agua se sentía densa, casi opresiva, a medida que su pánico crecía. De repente, la presión en el agua cambió. Fitzgerald giró la cabeza justo a t

El "mala suerte", capitulo 5.

 Fitzgerald se encontraba nuevamente en el agua al día siguiente, nadando en busca de una entrada que lo llevara más adentro del barco volcado. La marea estaba extrañamente calmada, y el frío del agua, que solía penetrar hasta sus huesos, ahora le parecía distante, casi agradable. Su cuerpo se movía con una fluidez que nunca antes había experimentado. Cada brazada lo llevaba más rápido y más lejos, como si el agua lo acogiera en lugar de resistirlo. Mientras exploraba el casco del barco, sus ojos, agudizados por la penumbra azulada, captaron una pequeña abertura en la estructura corroída. Se acercó, notando que el metal oxidado formaba un borde irregular y afilado. La entrada parecía difícil de abrir; la resistencia del agua y la dureza del metal complicaban la tarea. Sin embargo, algo en su mente lo urgía a seguir adelante, a no darse por vencido. Era como si una fuerza interna lo empujara, dándole la certeza de que ese era el camino que debía tomar. A medida que se concentraba en el

El "mala suerte", capitulo 4.

 Fitzgerald nadaba hacia el interior del barco volcado, su cuerpo cortando el agua oscura con una velocidad que lo desconcertaba. Sentía el frío del océano envolviéndolo como un manto, pero no experimentaba el mismo agotamiento que usualmente acompañaba sus esfuerzos bajo el agua. Cada brazada era poderosa, fluida, como si el agua lo empujara más que resistirlo. A medida que avanzaba, la penumbra azulada se intensificaba, y el olor acre del metal oxidado se mezclaba con el sabor salado del mar que rozaba sus labios. Los escombros flotaban en su camino, pero Fitzgerald los esquivaba con una agilidad sorprendente. Las sombras proyectadas por los restos del barco se movían como espectros, dándole la impresión de que algo lo acechaba desde las profundidades. Un escalofrío recorrió su columna, pero siguió nadando, su mente enfocada en encontrar una apertura que lo llevara a la bodega. Después de lo que parecieron minutos eternos de búsqueda, se detuvo frente a una pared de metal corroído. N

El "mala suerte", capitulo 3.

 Fitzgerald comenzó a sentir una creciente inquietud en su interior. Aunque las galletas y los panqueques abundaban,  sabía que no podía sobrevivir solo con eso. Cada vez que comía, el vacío en su estómago persistía, recordándole la necesidad de una comida sustancial. Sin embargo, había algo aún más perturbador que el hambre misma: desde que el barco se había volcado, no había visto un solo pez en el agua. En medio del océano, rodeado de agua por todas partes, la ausencia de vida marina era desconcertante. Fitzgerald se zambulló en el agua fría y oscura, nadando hacia el interior del barco. El metal oxidado y los escombros le rozaban la piel, y cada brazada era un esfuerzo doloroso contra la resistencia del agua. El interior del barco estaba sumido en una penumbra azulada, y el silencio era profundo, roto solo por el eco de sus movimientos. El frío calaba hasta los huesos, y el olor a sal y metal oxidado impregnaba el aire. Fitzgerald nadó entre los restos flotantes de la embarcación,

El "mala suerte", capitulo 2.

 A la medianoche, Fitzgerald yacía en la plataforma inferior del barco volcado, envuelto en una manta raída que le ofrecía escaso alivio contra el frío penetrante del océano. El silencio de la noche era denso, roto únicamente por el ocasional crujido de la estructura metálica que se movía lentamente bajo el influjo de las olas. El poodle, acurrucado cerca de él, respiraba pesadamente, buscando calor en la compañía de Fitzgerald. De repente, un temblor inesperado sacudió la plataforma. Fitzgerald se despertó sobresaltado, sintiendo cómo el barco comenzaba a rodar lentamente, el balanceo que antes había sido sutil se intensificaba. Con un esfuerzo considerable, se aferró a una esquina de la plataforma para evitar una caída descontrolada. La inclinación repentina lo obligó a usar todos sus músculos para mantenerse en su lugar, sus manos y pies buscando grietas en la superficie para agarrarse. El mareo y el frío se mezclaban con la adrenalina, dificultando aún más su equilibrio. El temblor

El "mala suerte", capitulo 1.

 En la cocina de la embarcación, Fitzgerald trabajaba con la dedicación de un chef que conoce cada rincón de su cocina. Los aromas de la cena se mezclaban en el aire, una combinación tentadora de especias y mariscos frescos. La luz de la lámpara parpadeaba suavemente, proyectando sombras danzantes sobre las paredes metálicas. De repente, un estruendo sacudió el barco. Fitzgerald sintió cómo el suelo bajo sus pies se inclinaba abruptamente, y un ruido ensordecedor llenó el ambiente. Las olas golpeaban con furia la embarcación, y el capitán, con voz grave y urgente, dio órdenes de prepararse para la tormenta que se desataba en el horizonte. Las luces parpadeaban más intensamente ahora, y los utensilios de cocina, que un momento antes estaban ordenados, se estrellaban contra las superficies. Fitzgerald, con el corazón acelerado, intentó aferrarse a la encimera mientras el barco se balanceaba violentamente. Un rugido final, más potente que el resto, precedió al caos absoluto: un remolino p

Kill demon, capitulo 3.

 Judith se encontraba en el exterior, sentada en la tierra fría bajo la luz de la luna, intentando meditar para conectar con lo que yacía en su interior. La noche estaba tranquila, con un cielo estrellado que se extendía infinitamente sobre ella. El aire fresco y seco acariciaba su rostro, y el suave crujido de las hojas bajo el viento creaba una atmósfera serena. Judith cerró los ojos, concentrando su mente en la búsqueda de la verdad oculta dentro de ella, intentando calmar la tormenta de sus pensamientos. De repente, el silencio se rompió por un golpe agudo y penetrante. Una daga afilada se hundió en su pecho, atravesando su piel con una precisión cruel. Judith sintió el metal frío y cortante perforar su carne, el dolor intenso y agudo resonando en su cuerpo. Sus ojos se abrieron de golpe, y un grito involuntario escapó de sus labios mientras el hierro se incrustaba profundamente en su pecho. La daga no solo causó dolor físico, sino que también activó una reacción inesperada. Judith

Kill demon, capitulo 2.

 Judith se encontraba frente a una puerta de madera vieja y astillada. Sus dedos temblaban ligeramente mientras sacaba de su bolsillo una llave extraña, una reliquia que su tío le había dado en sus últimos días. La llave tenía un brillo oscuro y opaco, con grabados misteriosos que parecían cambiar de forma bajo la luz tenue del atardecer. Judith respiró profundamente, sintiendo la fría brisa en su rostro, y deslizó la llave en la cerradura. El metal rechinó mientras giraba, resonando en el silencio del pasillo. La puerta se abrió con un crujido bajo, revelando un cuarto oscuro y silencioso. El aire dentro era espeso y estaba impregnado con el olor a incienso y cera de vela. Una sensación de quietud antigua y pesada la envolvió cuando cruzó el umbral. Las paredes del cuarto estaban cubiertas de símbolos y palabras en una lengua desconocida, trazadas en tinta roja que había comenzado a desvanecerse con el tiempo. En el centro del cuarto, una mesa de madera desgastada sostenía una serie d

Kill demon, capitulo 1.

 Judith Chávez Levario, una joven de dieciséis años, de baja estatura, piel blanca y una belleza serena con ojos de color verde se encontraba en una zona rural de México. El sol de mediodía se filtraba a través de las hojas de los árboles, creando un juego de luces y sombras sobre el suelo polvoriento. La tierra, seca y agrietada por la falta de lluvia, estaba caliente bajo sus pies descalzos. Judith, con el cabello largo y castaño sudaba mientras trabajaba, la energía del calor y la tristeza mezclándose en su piel. Con manos habilidosas, removía la tierra con una pala vieja, cada golpe de la herramienta resonaba en el silencio que rodeaba la pequeña parcela de terreno. El aroma a tierra húmeda, mezclado con el sutil aroma de las flores silvestres que bordeaban el lugar, llenaba el aire. En el fondo del hoyo ya excavado, se veía un simple ataúd de madera, rudimentario, en el que yacería su ya difunto tío, quien había sido su guía y protector desde su nacimiento. El hombre que se hallab

El gran seguidor, capitulo 8.

 Una semana había transcurrido desde la confrontación en la mesa. La mansión de Toshiro estaba envuelta en una atmósfera de agitación y frenesí. El sonido constante de herramientas, el murmullo de conversaciones apresuradas y el olor a pintura fresca impregnaban el aire. Cada rincón de la casa estaba en plena remodelación: muebles se movían, paredes se pintaban y una ligera capa de polvo se asentaba en cada superficie. Toshiro, vestido con una camiseta manchada de pintura y pantalones de trabajo, se movía frenéticamente de un lado a otro. Su rostro estaba pálido por el esfuerzo, y sus ojos mostraban una mezcla de agotamiento y determinación. Estaba tan inmerso en sus preparativos que ni siquiera se detuvo cuando Teruho, con su usual calma, le preguntó repetidamente sobre lo que estaba haciendo. —Toshiro, ¿qué está pasando? —preguntó Teruho, su tono cargado de preocupación mientras miraba las cajas apiladas y los utensilios desordenados. Sin embargo, Toshiro simplemente la miró por un i

El gran seguidor, capitulo 7.

 Toshiro se encontraba sentado en el porche de su mansión, contemplando el jardín con una taza de té en la mano. El aroma del té verde flotaba en el aire, mezclándose con el perfume sutil de los cerezos en flor. La brisa suave acariciaba las hojas, creando un susurro tranquilizador que contrastaba con el peso que sentía en su pecho. Sabía que la conversación que estaba a punto de tener con sus hermanos no sería fácil. Su hermana, la mayor de todos, fue la primera en acercarse. Llevaba un vestido sencillo, y el brillo en sus ojos reflejaba una determinación que Toshiro había aprendido a admirar. Se sentó a su lado, sin necesidad de palabras, y ambos disfrutaron del silencio compartido antes de que ella rompiera la calma. —Toshiro, he estado pensando en abrir una cadena de salones de estilismo —dijo, su voz suave pero firme—. Quiero crear algo que pueda perdurar, un lugar donde las mujeres puedan sentirse bellas y seguras. Toshiro Asintió lentamente, su mente procesando la solicitud con