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Mostrando las entradas de octubre, 2024

Operacion medusa, capitulo 22.

 El aroma a café recién hecho y el tintineo de copas de cristal resonaban suavemente en la oficina de Martín, un espacio que combinaba la elegancia con el confort. En su escritorio de caoba, un cóctel vibrante reposaba junto a un plato de canapés cuidadosamente dispuestos. El sol se filtraba a través de las ventanas de vidrio ahumado, creando un ambiente cálido que contrastaba con la fría realidad de las paredes grises de la empresa que dirigía. Martín disfrutaba de ese momento de tranquilidad, sintiéndose el rey de su pequeño reino corporativo, cuando sonó su teléfono. —Martín, tengo a un nuevo empleado en recepción —anunció la voz de su recepcionista, algo nerviosa. La mención de un nuevo empleado despertó la curiosidad de Martín, quien, sin embargo, sintió una punzada de reconocimiento en su estómago al escuchar el nombre: Fernando Laurel, su aniguo jefe. Aquel que lo había explotado durante años, quien lo había mantenido bajo su yugo, ahora llegaba a su puerta. Una sonrisa sardónic

La reina del norte, capitulo 6.

 Una semana después de la muerte de su abuela, Ixtchel se encontraba en la casa que había sido su refugio durante su infancia. El aire estaba impregnado con el aroma a madera envejecida y la luz del sol se filtraba a través de las ventanas polvorientas, iluminando los rincones olvidados del hogar. A su lado, su tío, un hombre de rasgos cansados y voz grave, removía algunos objetos en busca de recuerdos perdidos. La atmósfera estaba cargada de nostalgia y melancolía, y Ixtchel sentía el peso de la ausencia en cada rincón. De repente, un fuerte golpe resonó en la puerta principal, interrumpiendo el silencio que reinaba en la casa. Ixtchel, siempre atenta a lo que la rodeaba, sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sin pensarlo, cerró los ojos y realizó un desdoblamiento espiritual, una habilidad que había perfeccionado bajo la tutela de su maestro. Su esencia se despegó de su cuerpo, fluyendo como un susurro etéreo hacia el exterior. Desde su posición espiritual, observó la escena co

La reina del norte, capitulo 5.

 Ixtchel se encontraba de vuelta en la casa de su maestro, el aire fresco de la tarde se colaba por las ventanas, trayendo consigo el aroma a tierra húmeda y a hierbas que crecían salvajes en el jardín. Se sentó en el suelo de madera, las tablas crujían suavemente bajo su peso, y cerró los ojos, buscando el centro de su ser. La meditación era su refugio, un lugar donde podía desconectarse del tumulto del mundo exterior y adentrarse en su propio corazón. Mientras inhalaba profundamente, las memorias comenzaron a aflorar. Recordó a su tío, un hombre bonachón, siempre con una sonrisa sincera y un abrazo cálido. Los días de juegos en el jardín parecían lejanos, como si pertenecieran a otra vida. Le parecía irracional pensar que él, el hombre que la había llenado de risas y amor, podía tener tratos con criminales.  Su maestro le había explicado alguna vez que las conexiones emocionales eran una forma de poder psíquico. Cada vínculo que creamos tiene una energía propia, una fuerza que puede