Operación medusa, capitulo 18.

 La familia de Juan se encontraba bajo el sol abrasador de la tarde, trabajando en las tierras áridas de San Benito el Alto para construir un pozo de agua. 

El presidente municipal con la experiencia marcada en su rostro curtido por el sol, supervisaba la labor. Había sido minero en sus años más jóvenes, pero se retiró después de que su hermano sufriera una muerte pulmonar debido a los peligros de la mina. 

Finalmente, un brillo de agua reflejó la luz del atardecer desde el fondo del pozo. Los rostros cansados se iluminaron con sonrisas de triunfo y alivio cuando el líquido vital llenó lentamente el agujero recién creado.

Simultáneamente:

El estadio en Rusia estaba lleno hasta los límites, con miles de espectadores entusiasmados ocupando las gradas. La atmósfera vibraba con emoción y anticipación, mezclada con el bullicio y los cánticos de los aficionados. En la parte baja, en los dos extremos del ring, se encontraban Ho-Ming, el formidable superhumano chino, y Walter Frank, el imponente superhumano de Estados Unidos.


Ho-Ming, de estatura modesta a 1.70 metros, era el competidor más bajo del torneo después de que las restricciones sobre el tamaño de los luchadores fueran eliminadas. A pesar de su apariencia física menos imponente, emanaba una presencia concentrada y serena. Su complexión atlética y su expresión tranquila ocultaban una habilidad letal en las artes marciales chinas.


En el extremo opuesto del ring, Walter Frank se erguía imponente. Antes un soldado condecorado, había sido sometido a modificaciones experimentales para otorgarle la capacidad de liberar una armadura de púas de hueso. Su estatura imponente y su mirada dura reflejaban años de entrenamiento militar y la transformación que había sufrido para convertirse en un campeón de la arena.


El público observaba con aliento contenido mientras los dos competidores se enfrentaban en el centro del ring. La tensión era palpable, con la expectativa de una confrontación entre dos estilos de combate completamente diferentes.


Ho-Ming había sido campeón en las artes marciales chinas, conocido por su agilidad sobrenatural y su dominio de técnicas letales. Sus movimientos eran una danza fluida de patadas y golpes precisos, una manifestación de años de entrenamiento y disciplina.

El campo de fuerza parpadeó y se formó en el ring, proyectando destellos azulados que iluminaban la arena con un brillo tenue. Ho-Ming y Walter Frank avanzaron hacia el centro del ring, sus pasos resonando sobre la lona con un ligero crujido, mientras el campo de fuerza zumbaba de energía a su alrededor.

El campo de fuerza crepitaba a su alrededor, proyectando una sensación de poder y energía. Ho-Ming sentía una ligera vibración en la punta de sus dedos, una señal de la electricidad que cargaba el ambiente.


Cuando finalmente estuvieron frente a frente, el silencio se apoderó del estadio. Los espectadores observaban con asombro mientras Ho-Ming y Walter Frank se miraban, cada uno encerrado en su propio poder sobrenatural.

Ho-Ming avanzó con agilidad felina, moviendo su pierna hacia adelante y su brazo hacia atrás con el puño adelantado. En ese preciso momento, Walter Frank lanzó un golpe directo que impactó de lleno en el rostro de Ho-Ming. Las espinas afiladas que rodeaban el puño de Walter se clavaron en la cara de Ho-Ming.

A pesar del impacto, Ho-Ming no mostró signos de afectación. Con una determinación feroz, lanzó un poderoso golpe directo al estómago de Walter. El sonido del puño impactando contra las espinas de hueso resonó como un golpe seco y contundente.


Walter, doblado de dolor, emitió un gruñido ahogado mientras varias de las espinas se rompían bajo el impacto. El sonido de los huesos fracturándose se mezcló con los jadeos y exclamaciones de la audiencia.


Sin dar tregua, Ho-Ming aprovechó la vulnerabilidad momentánea de su oponente y lanzó una potente patada al rostro de Walter. El sonido del impacto fue como el choque metálico de un martillo sobre una superficie dura

El rugido ensordecedor de la multitud se desvaneció momentáneamente, dejando solo el eco amortiguado de la respiración agitada de Ho-Ming. Los músculos tensos de Ho-Ming liberaron una ráfaga de adrenalina mientras su pierna impactaba contra el rostro de Walter.

Finalmente, Walter Frank cayó hacia atrás, noqueado por el impacto fulminante de la patada de Ho-Ming. La multitud rugió en un frenesí de emoción mientras el superhumano chino se alzaba victorioso en el campo de fuerza, una figura imponente y triunfante en medio de un duelo sobrenatural.

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