Operación medusa, capitulo 15.

 Juan y Martin se encontraban a bordo de un lujoso avión privado, rumbo a un destino desconocido. Los asientos en los que se hallaban estaban separados por varios metros, lo que permitía a cada uno tener su espacio y privacidad durante el vuelo. Juan, instalado en un asiento junto a la ventana, devoraba grandes trozos de comida con voracidad, como si no hubiera comido en días. 


El platillo frente a Juan era una obra maestra culinaria: filetes jugosos con salsa de champiñones, acompañados de papas doradas y verduras al vapor. Cada bocado era seguido de gestos de satisfacción, mientras saboreaba los sabores intensos que llenaban su paladar. El sonido de los cubiertos chocando contra el plato resonaba en la cabina, mezclado con el suave murmullo de la tripulación y el zumbido constante del avión.


Mientras tanto, Martin estaba sentado en un asiento más alejado, observando la escena con una serenidad tranquila. Conocía a Juan lo suficiente como para saber que su amigo tenía un apetito voraz y que disfrutaba de cada comida como si fuera la última. Observaba con una sonrisa sutil cómo Juan saboreaba cada bocado, consciente de que esta pequeña indulgencia era solo el comienzo de una gran aventura.


El interior del avión estaba impregnado de una atmósfera elegante y relajante. La luz tenue proveniente de las elegantes lámparas de techo bañaba la cabina, destacando los detalles refinados de la decoración. Los muebles de cuero suave y los acabados de madera oscura aportaban un toque de sofisticación al ambiente.


El ruido constante del motor del avión creaba un fondo constante, acompañado por el suave murmullo de la tripulación atenta a las necesidades de los pasajeros. El aire acondicionado mantenía una temperatura agradable dentro de la cabina, creando un ambiente cómodo y acogedor.


Juan continuaba disfrutando de su festín, alternando entre trozos de carne tierna y sorbos de vino tinto que realzaban los sabores de la comida. Martin, mientras tanto, contemplaba el panorama con una expresión pensativa. Sabía que este viaje tenía un propósito mayor, más allá de la comida exquisita y el confort del avión. Estaban en camino hacia algo nuevo, algo que cambiaría sus vidas de una manera inesperada.


El sol se filtraba a través de las ventanas, pintando el interior del avión con tonos dorados mientras el paisaje cambiante se extendía bajo ellos. Martin sabía que la suerte les sonreía en este momento, pero también era consciente de que los desafíos que les esperaban eran tan impredecibles como el destino mismo.

Simultáneamente:

Mariana se encontraba sentada en una mesa elegante junto al presidente ruso "v.p" en una sala opulenta y lujosamente decorada. La iluminación tenue realzaba la atmósfera de solemnidad y seriedad que dominaba la reunión. Mariana lucía imponente en su traje militar.


"V.P", por su parte, era un hombre de mediana edad con una expresión seria y penetrante. Vestía un traje oscuro perfectamente cortado, que acentuaba su presencia autoritaria. Su cabeza calva se alzaba sobre sus ojos azules que miraban a Mariana con un brillo de curiosidad mezclado con cautela.

Los cuestionamientos sobre la victoria de Mariana en el torneo habían alcanzado su punto máximo.

Presidente (V.P): Mariana, necesito hablar contigo sobre el próximo torneo.


Mariana: Por supuesto, señor presidente. ¿Qué sucede?


Presidente (V.P): He estado considerando cuidadosamente la situación, y no podemos permitirnos que la participación de Rusia en el torneo vuelva a ser cuestionada.


Mariana:sin mí, nuestro país solo hará el ridículo en el torneo. 

Presidente (V.P): No subestimes la capacidad de Rusia para crear nuevos guerreros. Tenemos otros atletas que pueden representarnos de manera formidable.


Mariana: Con todo respeto, señor presidente, un buen líder no debería dar crédito a rumores misóginos. Mi victoria fue legítima y merecida.


Presidente (V.P): Lo sé, Mariana. Pero las circunstancias han cambiado, y debemos ser cautelosos en nuestra estrategia.


Mariana (frunciendo el ceño): pues entonces aprovecho la oportunidad para retirarme del servicio militar.


Presidente (V.P): parece un poco extremo.

Mariana (firme): Lo siento, señor presidente. Si no puedo representar a mi país en el torneo, entonces no tengo más que decir.

Mariana se retira de la sala con paso decidido, dejando al presidente con una expresión pensativa en su rostro. La decisión está tomada, y Mariana está lista para enfrentar cualquier desafío que se presente en su camino.

Simultáneamente:

Laurel se encontraba sentado en el sofá de su casa, con la mirada perdida en el vacío. El sonido distante de la televisión apenas conseguía romper el silencio opresivo que llenaba la habitación. Una lata de cerveza vacía descansaba sobre la mesa de café, junto a varias más medio consumidas. El aire estaba impregnado con el amargor de la cerveza y el ligero olor a humedad de la habitación descuidada.


El rostro de Laurel reflejaba una mezcla de preocupación y frustración. Las últimas semanas habían sido difíciles desde que Juan se había convertido en una figura mundialmente conocida. Aunque Laurel sentía un orgullo paternal por los logros de su hijo, la vida en casa había empeorado considerablemente.


La renta de la casa era increíblemente costosa, y Laurel había perdido su trabajo recientemente. No tenía ahorros significativos y no sabía cómo iba a pagar el próximo alquiler que estaba a punto de vencer. La presión de las deudas lo estaba asfixiando, y la incertidumbre del futuro lo atormentaba.

Laurel tomó otro trago de cerveza, sintiendo cómo el líquido frío bajaba por su garganta y le proporcionaba un fugaz alivio emocional. Cerró los ojos por un momento, intentando escapar de la cruda realidad que lo rodeaba. Pensó en Juan y en cómo su éxito había cambiado sus vidas de formas inesperadas.

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