El gran ingeniero, Capitulo 3.

Casi dos semanas después Victor había decidido nombrar aquel lugar como la Bahía de la desesperación, Yet regresaba a la cueva con el penúltimo de los baúles que se hallaban en la costa. El sonido de sus pasos resonaba en la arena mientras arrastraba el pesado baúl, creando un eco sordo en la quietud de la tarde. El aroma salado del mar llenaba el aire, mezclado con el olor fresco y terroso de la selva circundante, creando una atmósfera única y evocadora.


Con un esfuerzo concentrado, Yet colocó el baúl junto a los otros en el interior de la cueva. El sonido de la madera contra la piedra resonaba en el espacio, acompañado por el crujido de las ramas y el susurro del viento en las hojas. El aroma rancio de la madera antigua llenaba la cueva, impregnando el aire con una sensación de historia y misterio.


Mientras tanto, una lámpara de gas iluminaba el interior de la cueva con una luz suave y cálida. El parpadeo de la llama creaba sombras danzantes en las paredes de piedra, añadiendo un toque de magia al ambiente. El olor a gasolina quemada llenaba el aire, mezclado con el aroma fresco de la vegetación circundante, creando una sensación acogedora y familiar.


Yet se dedicó a acomodar los muebles dentro de la cueva, moviendo con cuidado cada pieza para crear un espacio acogedor y funcional. El tacto áspero de la madera bajo sus manos le recordaba la solidez y la resistencia de los muebles antiguos, mientras que el suave roce de las telas contra su piel le brindaba una sensación de comodidad y seguridad.


El sonido de su respiración resonaba en la cueva, acompasado por el suave murmullo del mar en la distancia. El ambiente tranquilo y sereno era interrumpido solo por el crujido ocasional de las ramas o el suave susurro del viento entre las hojas. En ese momento, Yet se sintió en paz, sabiendo que había hecho todo lo posible para crear un hogar seguro y acogedor para él y para Victor en aquel lugar remoto.

Yet llegó a la cueva con el penúltimo baúl en sus manos, sintiendo el peso del objeto contra sus músculos cansados. El sonido de sus pasos resonaba en la entrada de la cueva, acompañado por el suave susurro del viento entre las hojas y el murmullo distante del mar. El aroma fresco y terroso de la selva llenaba el aire, impregnando cada inhalación con una sensación de vida y vitalidad.


Con determinación, Yet empujó el baúl al interior de la cueva, sintiendo el crujido de la madera contra la piedra mientras lo acomodaba junto a los otros. El sonido reverberaba en el espacio, creando un eco suave y melódico que llenaba la cueva con una sensación de calma y tranquilidad. El olor rancio de la madera antigua llenaba la cueva, mezclado con el aroma fresco y salado del mar que se filtraba desde la entrada.


Mientras tanto, Victor observaba con curiosidad el último baúl que quedaba en la costa. Con un gesto decidido, golpeó la tabla que sobresalía de una de las paredes del baúl, provocando que la parte superior se abriera inmediatamente. El sonido del golpe resonó en el aire, acompañado por el crujido de la madera al abrirse y el suave chasquido de las bisagras.


Al abrirse la parte superior del baúl, el aroma tentador de la comida llenó el aire, inundando la cueva con un olor delicioso y reconfortante. El olor fresco y picante de las hierbas mezcladas con el aroma cálido y acogedor de los alimentos cocidos creaba una sinfonía de fragancias que estimulaba los sentidos de Victor.

Horas después:

Yet regresó a la cueva con el último baúl de la costa en sus manos, sintiendo el peso del objeto mientras se adentraba en la entrada de la cueva. El sonido de sus pasos resonaba en el suelo de piedra, mezclándose con el suave susurro del viento entre las hojas y el murmullo distante del mar. El aroma fresco y terroso de la selva llenaba el aire, impregnando cada inhalación con una sensación de vida y vitalidad.


Al entrar en la cueva, Yet observó con inmensa alegría los muebles que adornaban todo el espacio. La mesa estaba puesta, con platos y cubiertos relucientes dispuestos en su superficie. El aroma tentador de huevos siendo freídos en la estufa llenaba la cueva con un olor delicioso y reconfortante, mezclado con el perfume fresco de la vegetación circundante.


Victor estaba ocupado cocinando en la estufa, moviéndose con gracia y habilidad mientras preparaba la comida. El sonido de los huevos chisporroteando en la sartén creaba una melodía suave y reconfortante que llenaba el espacio con una sensación de calidez y seguridad. El aroma de los huevos cocinándose se mezclaba con el olor fresco y salado del mar que se filtraba desde la entrada de la cueva, creando una sinfonía de fragancias que estimulaba los sentidos de Yet.


Al observar la escena ante él, una lágrima de felicidad y gratitud rodó por la mejilla de Yet. Era una expresión de alegría abrumadora, una manifestación física de la emoción que sentía en aquel momento. El sabor salado de la lágrima se mezclaba con el dulce sabor de la victoria y la satisfacción, creando una experiencia sensorial única y conmovedora.


En ese momento, los cinco sentidos de Yet estaban completamente saturados con la experiencia de la felicidad y la gratitud. Era un recordatorio vívido de la importancia de la amistad y la solidaridad en la búsqueda de la supervivencia en aquel lugar remoto y desafiante.

Victor: ¿Yet, estás llorando?


Yet: (tratando de disimular) No, no estoy llorando. Solo estoy sudando por los ojos.


Victor: (frunciendo el ceño) ¿Sudando por los ojos? Nunca había escuchado eso antes.


Yet: ¿No sabías que eso es posible?


Victor: (burlándose de la respuesta de su amigo) No, no lo sabía. 

Victor llevó con cuidado el huevo recién cocinado hacia uno de los platos en la mesa, sintiendo el calor a través del paño que sostenía. El aroma del huevo fresco y caliente llenaba el aire.


Después de colocar el huevo en su lugar, Victor se dirigió hacia un buró en la pared de la cueva. Con cuidado, sacó un montón de piezas de madera, sintiendo la textura rugosa y áspera bajo sus dedos. El olor fresco y terroso de la madera recién cortada llenaba el aire, impregnando cada inhalación con una sensación de naturaleza y artesanía.


Victor comenzó a pegar las piezas de madera frente a Yet, moviéndose con habilidad y precisión mientras daba forma a una silla. El sonido suave y rítmico del pegamento siendo aplicado y las piezas encajando entre sí creaba una secuencia de sonidos reconfortantes que llenaban la cueva con una sensación de actividad y creatividad. El aroma fresco y picante de la madera recién cortada se mezclaba con el perfume cálido y acogedor de la comida, creando una experiencia sensorial única y estimulante.


Yet observaba con asombro el nuevo invento de Victor, maravillado por la habilidad y el ingenio de su amigo. El brillo en sus ojos reflejaba la admiración y el respeto que sentía por Victor, mientras seguía cada movimiento con atención y fascinación. En ese momento, yet estaba asombrado con la experiencia de presenciar la creatividad y la destreza de su amigo.

Yet: ¡Víctor, eres un genio!


Victor: (con una sonrisa modesta) lo se.



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