Trimind, capitulo 2.

 Analepsis: 

Joseph se encontraba en las ruinas de un antiguo subterráneo, perdido en las profundidades del oscuro laberinto que había descubierto durante una de sus muchas exploraciones por el alcantarillado. 

Frente a él se alzaba un vagón de tren descompuesto, una reliquia oxidada que yacía como un testigo silencioso de tiempos pasados. 

El olor penetrante a metal oxidado impregnaba el aire a su alrededor, mezclado con el aroma de la tierra húmeda y la vegetación que había comenzado a reclamar el terreno abandonado. El eco lejano del viento susurraba entre los huecos del vagón, llevando consigo el sonido de la oxidación.

En medio de este paisaje desolado, Joseph se encontraba solo con sus pensamientos y emociones, contemplando el vagón descompuesto como un recordatorio tangible de la fugacidad de la existencia humana y la inevitabilidad del paso del tiempo. 

Frente a Joseph, emergieron las dos personalidades que compartían su mente, cada una representando una faceta distinta de su complejidad interna. 

La vista de las dos personalidades frente a él era impactante, con sus rasgos familiares pero distintivos que se destacaban en la penumbra. 


Primera Personalidad: ¿Estás seguro de que quieres hacer esto, Joseph? La idea es una locura.


Joseph: Los locos son los que le dan forma al mundo, ¿no es así?


Segunda Personalidad: No puedes querer hacer algo así solo por un sueño, Joseph.


Joseph: Las grandes ideas vienen de lugares inesperados, ¿no crees?


Primera Personalidad: Pero esto llevará mucho tiempo, Joseph. ¿Estás dispuesto a sacrificar tanto por un sueño?


Joseph: Sí, sé que llevará tiempo, pero valdrá la pena al final.

Segunda personalidad: pero entonces no podremos seguir viviendo con la loca.

Joseph: exacto.

Fin del analepsis.

Dos años habían transcurrido desde que Joseph abandonó a su madre, y ahora, en medio de aquel laberinto subterráneo, se encontraba con una visión que desafiaba toda lógica y comprensión.


El gusano mecánico, con sus casi ocho metros de longitud, se desplazaba con una gracia inquietante por las paredes del alcantarillado, sus alargadas patas metálicas repiqueteaban contra el concreto con cada movimiento. El sonido metálico reverberaba en el aire, un eco discordante que se mezclaba con el suave murmullo del agua que fluía en los conductos cercanos.


A medida que el gusano avanzaba, dejaba a su paso una estela de aceite y vapor, una combinación peculiar de olores que impregnaba el ambiente con una fragancia industrial y penetrante. El aire enrarecido del alcantarillado se cargaba con el aroma agrio del metal caliente y el hedor acre de la maquinaria en funcionamiento.

Al interior de la parte delantera del gusano mecánico, recostado estaba Joseph, ahora en su adolescencia temprana. El aire dentro del gusano tenía un aroma peculiar, una mezcla de lubricantes industriales y metal caliente que impregnaba sus pulmones con cada respiración. 

El gusano mecánico se detuvo bajo una tapadera del alcantarillado, y por un breve instante, asomó su cabeza hacia el mundo exterior. En ese momento, Joseph fue conectado de manera instantánea con el entorno que había estado ausente durante tanto tiempo.

En medio de aquel breve momento de conexión La cámara de seguridad de una tienda cercana captura la cabeza del monstruoso gusano mecánico mientras asoma por la tapadera del alcantarillado. La grabación, apenas unos segundos de metraje, se volvió rápidamente viral, causando revuelo entre la comunidad internauta.


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