Los siete, capitulo 1.

 En un callejón de un barrio se hallaban los siete gatos domésticos que protagonizan está historia, se alzaban frente a ellos tres enormes figuras felinas.


Domino, una gata bicolor de elegante porte, se erguía con gracia, sus ojos ámbar destellando con inteligencia mientras observaba a sus compañeros con calma. A su lado, Loki, un gato gris de constitución delgada, parecía sereno pero alerta, su pelaje plateado brillaba débilmente.

Bolas, un fornido gato blanco con manchas negras, emanaba una aura de fuerza y determinación, sus músculos tensos y su mirada fija en sus oponentes. Becker, una larga gata negra de mirada penetrante, se mantenía cerca de Domino, su postura demostraba una confianza tranquila pero firme.


Salem era un escuálido gato negro de mirada atenta, su presencia era sutil. Y finalmente, Tigresa, una musculada gata naranja cuyo pelaje rayado recordaba a un feroz depredador, emanaba una presencia imponente, sus ojos verdes chispeaban con una determinación indomable.


Todos estos gatos eran mascotas de Martin Kraus, habían experimentado una transformación extraordinaria. Habían desarrollado un intelecto sin precedentes, un don que los diferenciaba de cualquier otro gato en el vecindario. Ahora, cada vez que salían de la seguridad del hogar de Kraus, se enfrentaban a estos tres temibles guardianes del callejón, en una lucha por el dominio del territorio.


Los gatos se mantenían en posición, listos para el enfrentamiento que se avecinaba. En el callejón,  El gruñido profundo y gutural de los enormes gatos resonaba en el aire.


Domino, Salem y Loki se movieron con una agilidad felina, posicionándose estratégicamente detrás de los violentos gatos territoriales. Podían sentir el cosquilleo de la anticipación corriendo por sus cuerpos, el palpitar rápido de sus corazones mientras se preparaban para el enfrentamiento que se avecinaba.


El líder, un enorme gato blanco con ojos ferozmente determinados, se lanzó hacia bolas, con un rugido desafiante. 

Domino, con su valentía audaz, se abalanzó con rapidez, sus dientes afilados chasquearon en el aire mientras se aferraban al pelaje del líder blanco, arrancándolo de un brusco movimiento hacia atrás. El líder atacó a domino, quien se lanzó a correr, luego tigreza atacó a los otros dos gatos y siguió a Domino, el plan estaba empezando a funcionar, los tres gatos perseguían a las dos felinas.

El sonido de las garras afiladas rasgando contra la superficie áspera de las paredes de las casas llenaba el callejón cuando tigreza y Domino trepaban,  sus cuerpos flexibles se adherían a las paredes con destreza, escalando hacia la seguridad de las alturas. Podían sentir el cosquilleo en sus almohadillas mientras ascendían.

En el punto más alto del tejado, el viento soplaba con fuerza, arrastrando consigo el aroma fresco y revitalizante de la noche. Domino y Tigresa se prepararon para un salto con una determinación feroz, sus músculos tensos y sus ojos brillando con anticipación. Podían sentir el hormigueo de la emoción corriendo por sus cuerpos mientras se lanzaban hacia el vacío, el vértigo de la caída haciéndoles sentir vivos y libres. Los gatos, con sus sentidos agudizados al máximo, los seguían con valentía, confiando en su instinto y en la promesa de que cualquier gato podía soportar una caída de hasta dieciocho metros de altura. Tigreza y domino cayeron en el suelo, mientras que los tres gatos machos quedaron atrapados en un bote de basura. El enorme camión de basura levantó, con un gancho, el bote y arrojó tanto la basura como a los gatos al interior de su cabina.

Analepsis:

A pesar de su edad avanzada, Martin aún conservaba la agudeza mental de un hombre que había pasado toda una vida dedicada al estudio y la investigación. Su mente activa y perspicaz seguía explorando los misterios del mundo que lo rodeaba, incluso en su retiro.

Mientras se recostaba en el sofá, Martin podía sentir la suavidad de la tela bajo sus dedos, el calor reconfortante del hogar que había construido a lo largo de los años. El sonido de los ronroneos de sus gatos llenaba la sala, una sinfonía de satisfacción y gratitud que lo llenaba de alegría y satisfacción.


En ese momento de paz y reflexión, Martin se permitió simplemente estar presente, rodeado de aquellos que amaba y cuidaba. Aunque el tiempo seguía avanzando implacablemente, él sabía que mientras tuviera a sus fieles compañeros felinos a su lado, siempre encontraría consuelo y compañía en los momentos de tranquilidad y soledad.

El teléfono vibraba en el bolsillo de Martin Krauss con una intensidad que apenas se notaba, pero que aún así lograba captar su atención. 

Con manos hábiles, Martin deslizó el teléfono fuera de su escondite, sintiendo la textura suave y fría del metal en sus dedos. 


Finalmente, el sonido de una voz al otro lado de la línea rompió el silencio.

Martin: ¿Hola? ¿Quién habla?


Ejecutiva: Buenas tardes, señor Krauss. Habla Martha Collins, ejecutiva de Quimical Ramson.


Martin: ¿Quimical Ramson? ¿En qué puedo ayudarle?


Ejecutiva: Nos gustaría invitarlo a formar parte de nuestro equipo.


Martin: ¿A mí? ¿Está seguro de que no se ha equivocado de número?


Ejecutiva: No, señor Krauss, no nos hemos equivocado. Estamos interesados en su trabajo sobre la inteligencia animal realizado hace varias décadas.


Martin:¿El motivo de esta invitación es mi investigación sobre la inteligencia animal?


**Ejecutiva:** Exacto. Creemos que su experiencia y conocimientos serían de gran valor para nuestros proyectos actuales.


**Martin:** Me temo que no puedo viajar muy lejos en este momento de mi vida.


Ejecutiva: No se preocupe, señor Krauss. Estaríamos encantados de permitirle trabajar desde casa.


Martin: Pero no puedo trabajar desde casa, tengo mis mascotas aquí.


Ejecutiva: Entendemos su preocupación. Tenemos varias propiedades en las afueras que podríamos prestarle para que trabaje en un entorno tranquilo y cómodo.


Martin: Eso suena bastante bien. Acepto la oferta.

Con paso ligero y un brillo travieso en sus ojos centenarios, Martin se dirigió al baño, sintiendo cómo la energía de la juventud lo envolvía una vez más. Cada paso resonaba en el suelo con un ritmo vibrante y contagioso, como si estuviera bailando al compás de una melodía antigua pero eternamente joven.


Mientras se quitaba la ropa con un movimiento fluido y grácil, Martin tarareaba una canción que había escuchado en redes sociales, "mi primera chamba"-tarareaba continuamente.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Ramsung galactic, capitulo 1.

La hermandad de la piedra, capitulo 4.

La hermandad de la piedra, el final.