El superviviente, capitulo 1.

 En el lujoso interior de un avión privado, Random Banderilla se hallaba sentado en un cómodo sillón de cuero del vehículo rentado por él, con su imponente estatura de un metro con ochenta y cinco centímetros y su robusta figura de 130 kilogramos, vestido con un traje a medida que resaltaba su elegancia típica de un magnate como él, se había vuelto millonario gracias a sus extraordinarias ventas en libros que había aprovechado para fundar una mega editorial. Sus profundos ojos cafés reflejaban determinación.


El piloto, un hombre curtido por años de experiencia, tenía el rostro marcado por el sol y los vientos de innumerables travesías aéreas. Sus manos hábiles se movían con precisión sobre el panel de instrumentos, mientras mantenía una expresión serena bajo su gorra de aviador.


A su lado, Chapatía, la corgi galesa de Random, descansaba plácidamente en un cojín de terciopelo sobre las piernas de Random, su pelaje dorado brillaba bajo la tenue luz de la cabina. A pesar de su pequeño tamaño se notaba su engordado cuerpo, fruto de la mala alimentación que le daba su dueño. irradiaba una presencia singular, con sus ojos vivaces y su expresión alerta mostraban la inteligencia que la distinguía. Mientras el avión surcaba los cielos, el aroma de azúcar llenaba la cabina, emanando de dulces que Random sacaba de su bolsillo izquierdo para alimentar a chapatia. En su bolsillo derecho se hallaba un encendedor, una navaja marca "lutherman" una caja de cigarrillos de los que había sacado el cilindro que tenía en la boca.

El zumbido constante de los motores se vio interrumpido por un repentino sacudón, y el avión comenzó a temblar violentamente, como si fuera una hoja en una tormenta. El sonido ensordecedor del viento golpeando contra la aeronave llenaba la cabina, mezclado con el chirrido de los mecanismos luchando contra las fuerzas de la naturaleza. Random se agarraba con fuerza a los reposabrazos, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza en el pecho.


El piloto, con paso decidido y determinación en su rostro, se levantó de su asiento en la cabina y comenzó a caminar hacia Random. Cada paso en el suelo del avión creaba una cadencia rítmica que aumentaba la tensión en el ambiente.

En ese momento, el piloto llegó junto a Random, su mirada transmitía una inadecuada serenidad para la situacion. 

Piloto: ¡Random, el motor ha fallado! ¡Estamos en problemas!


Random: ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? ¿Qué podemos hacer?


Piloto: Lo siento, Random, pero el avión está perdiendo altura rápidamente. Vamos a chocar irremediablemente.


Random: ¡No puede ser! Tiene que haber algo que podamos hacer.


Piloto: Si quieres, podemos morir juntos en este avión. Para mí, este avión es mi vida.


Random: ¡No quiero morir! ¡Hay que hacer algo!


Piloto: Entonces, ve hacia la parte trasera y agarra uno de los paracaídas. Es tu única oportunidad de sobrevivir. ¡Date prisa!

Random sintió el peso reconfortante de Chapatia en sus brazos mientras se dirigía con determinación hacia la parte trasera del avión. Al llegar a la zona trasera, se encontró con una montaña de objetos apilados, algunos asegurados con correas y otros simplemente amontonados. En una esquina se hallaba la mochila de paracaídas que tomó rápidamente y la ajustó  con rapidez a su espalda.


El piloto se movía en la cabina de control para permitir a Ramson escapar del vehículo, la compuerta trasera se abrió. Random pudo sentir el viento frío y cortante que se colaba por la abertura, erizando su piel y haciéndole temblar ligeramente.


Con un último vistazo al interior del avión, donde la luz se filtraba de manera tenue y la tensión se palpaba en el aire, Random dio un paso hacia el vacío. El rugido del viento se intensificó a su alrededor mientras caía en picado, y el corazón le martilleaba en el pecho con fuerza.


Finalmente, el tirón del paracaídas abriéndose rompió el silencio ensordecedor, y Random fue envuelto por una sensación de ingravidez y libertad. El mundo se extendía bajo él en un espectáculo de colores y formas, y el aire extremadamente fresco llenaba sus pulmones mientras descendía hacia la tierra con Chapatia a su lado.

El paracaídas se desplegó con un estallido sordo, y Random Banderilla sintió como si el tiempo se ralentizara mientras descendía hacia la tierra. El aire gélido del Gobi azotaba su rostro, haciendo que sus mejillas se entumecieran y sus ojos se entrecerraran contra el viento cortante.

Al tocar tierra firme, Random sintió el impacto vibrante de sus botas contra la nieve compacta, el frío calándole hasta los huesos. El aroma limpio y nítido del aire fresco llenaba sus fosas nasales, mientras el sonido amortiguado de su respiración resonaba en sus oídos, contrastando con el silencio majestuoso que reinaba en la montaña.

Bajo él se extendía un paisaje deslumbrante de blancura impecable, el resplandor del sol reflejándose en la nieve que cubría el nevado monte conocido como pico Juiten. El brillo cegador le obligaba a entrecerrar los ojos, mientras la sensación de vértigo se apoderaba de su estómago al contemplar la inmensidad de la montaña.

Con Chapatia a su lado, Random contempló el vasto horizonte que se extendía ante él, sintiendo una mezcla de asombro y determinación. Sabía que su lucha por sobrevivir en aquel entorno hostil apenas comenzaba, pero estaba decidido a enfrentarla con valentía y determinación.

Con Chapatia a su lado, Random revisó los escasos recursos que tenían a su disposición. En un bolsillo, encontró sus pocos dulces y barras energéticas, apenas suficientes para satisfacer sus necesidades más básicas durante un tiempo limitado. En el otro bolsillo, guardaba sus dos herramientas básicas y caja típica de un fumador. 

La sensación de soledad y aislamiento se apoderó de él mientras contemplaba con terror. el vasto y desolado paisaje que se extendía ante sus ojos. Sabía que estaban solos en medio de la nada, con la naturaleza como su única compañía y su única adversaria. 

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