El niño mago, capitulo 1.

 Una cabaña en el bosque estaba con su techo de paja inclinado y las paredes de madera gastada por el tiempo. Afuera, los árboles susurraban secretos mientras una suave brisa mecía sus ramas. Dentro, en medio de la tenue luz que se filtraba por las rendijas de las ventanas, se encontraban dos figuras que parecían fundirse con la magia que llenaba el lugar.


Severius Segundo, un joven de doce años con cabello oscuro y desordenado que enmarcaba su rostro, tenía unos ojos que brillaban con la curiosidad y la determinación de aquel que ha visto más de lo que su edad sugiere. Vestía túnicas gastadas, adornadas con insignias de aprendizaje mágico.

A su lado, con una postura orgullosa y un brillo inteligente en sus ojos ambarinos, se encontraba su compañero más leal y obediente: un katsuki. Esta criatura simiesca, de un metro con cincuenta centímetros de altura, tenía un pelaje café oscuro que brillaba con reflejos dorados a la luz del sol. Sus manos eran ágiles y su cola larga se balanceaba con gracia mientras observaba con atención a su joven dueño.


Severius y su katsuki habían compartido numerosas aventuras desde que el joven mago terminó su entrenamiento. Hacía dos años, su maestro y figura paterna, Severius, había fallecido en circunstancias misteriosas, dejando a Severius Segundo solo en su búsqueda de dominar las artes de la hechicería.

El katsuki extendió con delicadeza un papel mágico resplandeciente hacia Severius Segundo, cuyos ojos se iluminaron con asombro al observar las palabras que danzaban sobre su superficie. El papel parecía estar impregnado con la luz misma de las estrellas, y cada letra brillaba con una intensidad que hipnotizaba.


Severius tomó el papel con manos temblorosas, sintiendo la energía mágica palpitar bajo sus dedos. A medida que sus ojos recorrían los escritos, una mezcla de emoción y incredulidad se apoderaba de él. Allí, en letras doradas y relucientes, estaba escrito un linaje que él nunca había conocido: un linaje de magos que se remontaba a tiempos antiguos, tejido con hebras de poder y sabiduría ancestral.


El aroma a incienso y madera quemada impregnaba la habitación, mientras el papel parecía susurrarle secretos al oído de Severius. Su corazón latía con fuerza en su pecho, consciente de que aquel objeto brillante era su boleto de entrada al mundo de la magia, un mundo del cual había sido excluido injustamente debido a su falta de linaje mágico.


Severius necesitaba desesperadamente aquel objeto, pues sabía que sin él estaría condenado a permanecer en las sombras, privado de la oportunidad de perfeccionar su magia en el torneo de magia juvenil que se avecinaba. Pero ahora, con el papel mágico en sus manos y la promesa de un falso linaje que lo respaldaba, sentía que finalmente tenía una oportunidad de romper las cadenas que lo ataban y alcanzar las alturas de la grandeza mágica.

Katsuki: Este papel es más perseguido por el Consejo que los propios libros de magia negra.


Severius: ¡Increíble! *Los ojos de Severius se iluminan de emoción.* Eso es excelente.


Katsuki: Sí, pero también es peligroso. El Consejo te castigara si te descubre.


Severius: No te preocupes, Katsuki. *Severius sonríe con determinación.* Incluso si me descubren estoy seguro de que el consejo no podrá capturarme.

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