Los inolvidables, capitulo 11.

 La frescura matutina envolvía el paisaje mientras Bishop cavaba con determinación cerca del río. El olor a tierra húmeda se intensificaba con cada palada, liberando una fragancia terrosa que se mezclaba con la brisa ligera que venía del río cercano. El sonido de las aves cantando proporcionaba una banda sonora natural, mientras que las hojas crujían bajo los pies de Bishop, recordándole la presencia del bosque que lo rodeaba.

De repente, un destello dorado atrajo la atención de Bishop. Era el brillo del sol reflejándose en algo metálico enterrado. Al agacharse, la vista de las barras de oro reluciendo bajo la luz del día creó un espectáculo cautivador. El destello dorado se expandía a medida que sacaba las barras del suelo, y el sonido metálico de cada una chocando contra la otra resonaba en el aire. Aquel increíble tesoro había sido robado al banco hace veinte años por un delincuente ya ejecutado, nunca se logró localizar la suma.

Bishop: (Levanta una barra de oro con ambición en los ojos) Este dinero podría cambiar mi vida por completo. Podría comprar lo que sea.

Tao: (La imagen de Tao se proyecta desde el automóvil) Bishop, si sigues mi plan y entregas ese dinero, obtendrás todo lo que siempre has soñado, reconocimiento, éxito y poder. La verdadera plenitud está más allá de la riqueza material.

Algunas horas después:

Los pasos apresurados de los periodistas resonaron en el vestíbulo, marcando el comienzo de una coreografía visual. Cámaras colgadas de hombros, micrófonos desplegados y libretas en mano crearon un escenario donde la anticipación se mezclaba con la emoción. El clic rítmico de las cámaras, ya listas para capturar cada detalle, resonaba en la sala.

Bishop: este dinero fue robado hace dos décadas, haré entrega al banco hoy mismo.



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