Los inolvidables, capitulo 1.

 En el bullicioso mercado de Moscú, entre la amalgama de puestos de frutas y tejidos coloridos, se destacaba una tienda de ropa peculiar. La fachada estaba decorada con telas vibrantes y maniquíes elegantes que mostraban la última moda. Al entrar, un tintineo suave anunciaba la apertura de la puerta, y el ambiente cambiaba de inmediato.

El aroma embriagador de telas recién fabricadas llenaba el aire, una mezcla de algodón fresco y cuero de alta calidad. Cada prenda exudaba un olor único, desde la frescura de las camisas blancas hasta la profundidad del cuero curtido de las chaquetas. Las fragancias se entrelazaban, creando una experiencia sensorial única que invitaba a explorar.

La iluminación suave, filtrada a través de cortinas de encaje, daba a la tienda una atmósfera cálida y acogedora. Los colores de las prendas resaltan con elegancia bajo la luz tenue, revelando tonos vibrantes y detalles meticulosos. El suave murmullo de música ambiental contribuía a la armonía del lugar, creando una sinfonía discreta que acompañaba cada paso.

Al tocar las telas, los clientes descubrían texturas variadas: seda suave como la caricia de una pluma, lana gruesa que proporcionaba calor y seguridad, y algodón fresco que se deslizaba entre los dedos como una brisa ligera. Cada prenda estaba cuidadosamente seleccionada, no solo por su estilo, sino también por la experiencia táctil que ofrecía a quienes la llevaban.

El mercado exterior se filtraba tímidamente a través de las cortinas semitransparentes, creando un suave murmullo de la vida urbana que contrastaba con la tranquilidad de la tienda. El bullicio del mercado, con sus vendedores vociferantes y clientes animados, proporcionaba un telón de fondo vibrante para la experiencia de compra única en la tienda.

En un rincón, un espejo de cuerpo entero reflejaba la moda en movimiento. Los clientes se perdían en la reflexión de sus propios estilos recién descubiertos, probándose prendas y ajustando detalles. El sonido suave de las cortinas al correrse agrega un elemento táctil mientras los clientes exploran el espacio íntimo de los probadores.

Por la puerta entró una mujer, llamada Taho, de puerta inconfundible. Su rostro, agradable a pesar de la tensión que lo marcaba, revelaba una determinación que chispeaba en sus ojos. Con 1,85 metros de altura, su presencia dominaba el espacio, como si cada centímetro de su figura estuviera imbuido de un propósito urgente: sobrevivir.


La piel blanca de la mujer contrastaba con la dorada intensidad de su cabello, que caía en cascadas hasta la mitad de su espalda. La luz de la tienda jugaba con los reflejos dorados, creando un halo casi místico alrededor de su cabeza. A pesar de la premura que la impulsaba, su belleza no pasaba desapercibida; Era un respiro de serenidad en medio del caos inminente.


Vestida con un traje militar que se adhería a su figura esbelta con una precisión táctica, la mujer caminaba con pasos rápidos, como si el tiempo conspirara en su contra.


Sin detenerse, sus manos ágiles se dirigieron hacia una gorra azul y un traje café, como si estas prendas fueran las piezas clave para protegerse de un peligro inminente.

Taho se enfrentó al espejo con una mirada intensa, sus ojos azules reflejaban una mezcla de determinación y alerta. En ese momento, el rubio resplandor de su larga cabellera se convertiría en una declaración silenciosa de su voluntad, una transformación necesaria para enfrentar el peligro que acechaba en las sombras.


De su bolsillo emergieron unas tijeras, pequeñas herramientas que sostenían con destreza. Cada movimiento de la hoja cortante parecía ser una respuesta medida a la urgencia del momento. El cabello rubio caía al suelo en suaves hebras doradas, marcando el inicio de una metamorfosis inevitable. Cada hebra cortada era como un lazo desprendiéndose, liberando una energía intensa que palpitaba en el aire.

La extraordinaria mente de Taho deducía con precisión milimétrica las piezas de aquel tablero que conformaba la ciudad.

"los francotiradores de mi hermano Ramson han desplegado sus posiciones. Algunos se ocultan en los techos de los edificios más altos, sus siluetas apenas visibles entre los elementos arquitectónicos que los camuflan. Otros han tomado posición en ventanas estratégicas, fundiéndose con la penumbra de los interiores, sus rifles de precisión listos para apuntar.


Las calles estrechas no son una excepción; algunos de ellos se han infiltrado en los edificios cercanos, observando desde las sombras de las ventanas laterales"-pensaba Taho mientras contemplaba cada localización plausible y diseñaba, simultáneamente, una ruta mental en la que pudiese evadirlos a todos.

Con la transformación completa, Tao avanzó hacia la caja de cobro con una confianza que irradiaba de cada paso. Vestida con su nuevo atuendo, el traje café y la gorra azul, La caja de cobro se convirtió en el último escenario de este acto, Tao extrajo la cantidad exacta de dinero de su bolsillo, sin titubear ni un segundo.

Al abandonar la tienda, la puerta sonó suavemente tras ella. La luz del día acariciaba su rostro, iluminando una expresión que rebosaba seguridad,

Después de todo, soy la estratega perfecta".-decía la mujer mientras se retiraba de la escena.

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